Me acabo de enterar que al trabajo a tiempo parcial, mal considerado y peor pagado, se le llama "miniempleo". Hasta ahora, sencillamente lo denominábamos precario. A muchos que lo padecen en sus propias carnes puede que incluso les haga gracia este nombre, pero la cosa no está para bromas. Viven en un minipiso, cobran un minisueldo y ahora tienen un minijob. Lo mini, que estará de moda. Además de esto, en el recetario para combatir el desempleo, se propone que los funcionarios se rijan por los principios de la empresa privada. Más allá de los tradicionales reproches a los trabajadores públicos, tengo la sensación de que ni se come ni se deja comer, mientras la casa sigue sin barrerse y los problemas sin resolver. ¿Quién tiene la culpa de que la Administración se haya convertido en uno de los pocos empleadores que ofrece (aunque en descenso también) un puesto de trabajo estable?
Incluso parece suficiente mentar las palabras crisis, déficit y sacrificio, para que todo encuentre su justificación. No nos extrañe que un día de estos los más preparados sean mileuristas y los demás, cuatrocientoseuristas.- Antonio Huete Cubillo. Sevilla.
Desde Europa y desde organizaciones como la CEOE se están proponiendo últimamente la implantación de los miniempleos de 400 euros, para poder solucionar la alta tasa de paro juvenil. Siendo estudiante, me parece un engaño absoluto que intenten colar este tipo de medidas, cuando todos sabemos que ese tipo de empleos, que normalmente no llegan ni a los 500 euros, realmente ya existen en España. Hasta hace poco se les llamaba "economía sumergida".
No es difícil conocer a alguien que trabaja en un bar los fines de semana para poder pagarse los estudios, o a gente que se gana un buen pellizco en alguna empresa familiar o de algún conocido, en trabajos eventuales. Crear los miniempleos podría estar bien, al regularizar ese tipo de trabajos de algún modo; pero al mismo tiempo puede no servir para nada, ya que lo único que modifica es la altísima tasa de paro en España, y no la productividad real. También podría degradar el mercado, como insisten los sindicatos, al crear una categoría más baja aún de trabajador, y eso sin contar el posible abaratamiento del despido. Puede que en Alemania haya funcionado este modelo, pero intentar aplicar lo que allí funciona, en una economía y modelo de producción totalmente distintos al suyo, podría provocar una precariedad eterna para mi generación y las que me rodean. Si hemos pasado de mileurismo a miniempleo, ¿qué vendrá después?- Gonzalo Lozano Rosch. Rota, Cádiz.
El presidente de la CEOE, Juan Rosell, parece no haber entendido bien el mensaje de que lo que hay que hacer en España es generar empleo y no destruirlo. Su obsesión por el despido le ha hecho fijarse en los funcionarios y pide que se haga una regulación de empleo para poder echar a los que sobran -como si sobrase alguno- o a los que no hacen bien su trabajo. Es obvio que la patronal lo único que tiene en mente es privatizar las empresas públicas y hacer dinero con ellas.
Con estos comentarios solo pretender germinar dudas sobre su solvencia y así lograr este objetivo. Puestos a eliminar lo superfluo, podíamos quitar también las subvenciones que se dan a las empresas que no son rentables o a despedir a los amiguitos del alma que atestan las juntas directivas de muchas entidades privadas. Pero, claro, de esto no quiere hablar.- Jon García Rodríguez Bilbao. Bilbao, Vizcaya.
Articulo Periodico "El Pais"
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